Primera Parte:
La OMS define
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
No obstante, hay que profundizar sobre ello, La sociedad por lo general, asocia y relaciona bienestar con salud y malestar con enfermedad, acudiendo como recurso para paliar ese malestar al área sanitaria.
Creemos que la Salud sólo es competencia de hospitales, ambulatorios y residencias, es decir de instituciones bien públicas o privadas donde el personal sanitario, implementa técnicas y habilidades en la atención y cuidado de síntomas físicos y emocionales básicamente.
Por otro lado, los profesionales sanitarios, en muchas ocasiones se encuentran impotentes, y frustrados ante la demanda social entrando ambas partes en una confusión de responsabilidades y roles.
Los diferentes profesionales que trabajan en las diferentes áreas sociales como educación, sanidad y área social, en ocasiones desconocen qué es lo que pueden aportar o añadir a la acción realizada o bien pueden entrar en conflicto entre ellos por interferirse por desconocimiento, o incluso miedo a la competencia, fruto de una falta de comunicación, coordinación y trabajo conjunto en beneficio de la comunidad.
Así mismo, la medicina ha de reconocer que no puede solucionarlo todo, que no puede curarlo todo y que tarde o temprano dado que la tasa de mortalidad es el 100%, todos nos vamos a morir y forma parte de la sanidad el atender y cuidar esta importante etapa final de la vida del individuo y también el de su entorno.
¿Qué falta en este entrañado de buenas intenciones de profesionales, usuarios y cuidadores ?
Falta orden, clarificar competencias, redefinir responsabilidades, desaprender lo aprendido y reeducarnos, todos sin excepción.
Es necesario, educar en gestión de emociones, con la intención de que la persona adquiera la discriminación y las habilidades personales para poder sostener y manejarse en su malestar, sin la necesidad de llegar a tener que medicalizar si no es necesario, ni somatizar porque previamente, se ha podido gestionar de manera saludable esa situación que a la larga, podría haber generado un riesgo de enfermedad.
Así mismo, todo profesional del área social, educativa y sanitaria, ha de formarse para adquirir las habilidades, para que llegado el caso, pueda atender las demandas no sólo desde los programas, protocolos, técnicas y recursos sociales si no también, desde la escucha necesaria como para poder ver y decidir si dentro de sus habilidades puede acompañar o ha de derivar a la persona a lo largo de su proceso a otro profesional . Facilitando y colaborando sin el caso lo requiere, con otros profesionales, creando una red de servicio y soporte desde una visión más amplia y global.