La práctica de la medicina y el rol tanto del paciente, como de los familiares, requiere de un cambio de visión donde cada una de las partes contribuyan al buen morir.
No es tarea fácil, requiere de un esfuerzo conjunto. Requiere aclarar conceptos, ser eficaces, eficientes, prudentes, evitando tanto excesos, como la falta de una adecuada atención.
La sanidad y la sociedad han de dirigir todos sus esfuerzos hacia un nuevo enfoque, tratando la enfermedad, los síntomas. Facilitando la expresión y la atención a la voluntad y necesidades del paciente.
Los profesionales han de estar dispuestos a desaprender, cuestionarse y reconocer sus propias dificultades frente a la enfermedad y la muerte. Han de ocuparse en adquirir habilidades, capacitarse, no sólo en prevenir el dolor, combatirlo sino en mitigar el sufrimiento en el proceso de muerte.
Se ha de dar un lugar al no hacer, a la Presencia y a la Escucha.
Todos y cada unos de los protagonistas se han de reeducar. La alternativa paternalista por parte de los sanitarios, de los familiares y aceptada por muchos usuarios, no facilita la muerte digna ni una elaboración saludable de los duelos.
Un paciente, es una persona con una historia, con unos valores, con unas necesidades a tener presentes. No obstante requiere que este utilice todos los medios que hay a su alcance. El Plan Anticipado de Curas (PAC) recoge de manera anticipada, las decisiones futuras de actuación en los pacientes paliativos. Viene a ser un Pacto. El documento de voluntades anticipadas (DVA) , establecido por la ley, aumenta la seguridad al poder nombrar “en sustitución” por merma de sus facultades, a un representante.
La sanidad ha de asegurar y perseverar la dignidad del ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte, aplicando en su quehacer diario el derecho de Libertad, Igualdad y Fraternidad. La sociedad ha de hacerse cargo y responsabilizarse.
No es tarea fácil, ya que se ha de lidiar con los valores, las creencias, y las actitudes de los profesionales, familiares y pacientes. Sin embargo, no se ha de perder el horizonte y este es el aunar los esfuerzos, a pesar de las propias dificultades, para estar al servicio de la persona en proceso de duelo facilitándole el Ser hasta el final.